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¿Existe un lugar seguro dónde guardar el celular para evitar perderlo, que nos quede a mano y que se escuche si alguien llama?. Para la mayoría de los usuarios la respuesta es no, pero para los estudiantes y graduados del Real Colegio de Arte de Londres la respuesta es afirmativa: en el propio cuerpo humano. Por eso diseñaron lo que quizás pueda ser el próximo paso en telefonía inalámbrica, un teléfono implantable. ¿Dónde?. No ahí no, en una muela

En la feria de verano de este instituto, que se extiende hasta el 7 de julio, estudiantes, profesores y graduados presentan proyectos relacionados con diferentes áreas que unen la tecnología y el diseño. Sin dudas la vedette de este año es este “teléfono molar” que, según sus creadores, se coloca dentro de una muela en una operación odontológica simple.

Por medio de señales de radio, este teléfono emite y recibe comunicaciones. Las propias vibraciones del habla de su dueño repercuten dentro del aparato para lograr que la persona del otro lado escuche su voz, pero el misterio pasa por cómo el implantado escucha las palabras de su interlocutor. Este teléfono molar no tiene auriculares ni implica ninguna operación interna en el aparato auditivo de su poseedor: simplemente un vibrador microscópico hace que la comunicación resuene en el nervio del oído y se convierta en “sonido”. Lo que es seguro: nadie escuchará la conversación

Los padres de la criatura (James Auger y Jimmy Loizeau) aseguran tener todo listo para pasar de la maqueta y el diseño a un prototipo, excepto un pequeño detalle: el chip. Algún gigante de la electrónica debería interesarse por la idea y producir el circuito integrado miniaturizado que se debería incorporar a la plaqueta.

El próximo paso sería conseguir a alguien que se preste a que se le implante un teléfono, pero sobre eso no dicen nada sus creadores. Por lo pronto piensan que los más entusiasmados serán, cuándo no, los agentes de bolsa, preocupados en tener al instante información sobre cotizaciones, o también los entrenadores de fútbol quienes podrían estar online con sus jugadores mientras se desarrolla un encuentro.

Por lo pronto esta idea suena un tanto delirante aunque, a decir verdad, se suma a una lista de elementos implantables comerciales de los que ya dimos cuenta en otras notas, como sistemas de seguimiento y localización satelital; aparatos de medicina y control de enfermedades u órganos.