Pues para toda la banda de INTELMAX.COM, esta vez hablando de cine, quiero decirles que está para pasar un buenísimo rato en el cine, una mas del cine mexicano que tanto revuelo ha tenido en sus últimos años.
Alejandro Gamboa continúa vigente dentro del cine nacional, después de la entrega de La Primera Noche y su secuela, ahora con una leyenda clásica de la Ciudad de México, El Tigre de Santa Julia.
Sin desviarse del género de la comedia, Gamboa deja de lado la exploración de la curiosidad sexual propia de adolescentes para internarse en una historia de época, sin que por ello el objetivo vaya más allá del entretenimiento al espectador.
Huérfano de madre y abandonado por su padre, José de Jesús Negrete (Miguel Rodarte) llega al barrio de Santa Julia en busca de su única tía, mujer dedicada a hacer sentir bien “a los hombres que se sienten solos”. Al alistarse en el ejército José conoce el abuso del poder y la corrupción del teniente Calleja. Asqueado, se convierte en un desertor que, impulsado por un escritor ávido por contar historias (Fernando Luján), forma una banda de mujeres que roban dinero a los ladrones para repartirlo entre los necesitados.
Más por la pluma del escritor que por mérito propio, José se convierte en un héroe para los pobres y en un temible mito para los ricos, adquiriendo fama mediante el mote de “el tigre de Santa Julia”.
El humor de Gamboa, descubierto desde su participación en Univisión en programas como La Caravana y El Güiri Güiri, es innegable en El Tigre en momentos clave de la historia como lo son las anécdotas salpicadas de un falso heroísmo y glamour que plasma el escritor en el diario del lugar, o la aprehensión del personaje, la cual, según reza la leyenda, tuvo lugar en plena nopalera cuando “el tigre” hacía sus necesidades; de ahí la popular frase.
Un lado erótico no conocido del director, que va de lo cómico-grotesco a lo sensual sale a relucir en esta cinta, breves escenas de encuentros sexuales de “el tigre” con sus mujeres que le merecieron la clasificación C.
Bien logradas resultan dichas escenas aunque en más de una ocasión queda la sensación de estar ante las propias fantasías del realizador, sobre todo cuando se trata de tener a cuadro a la debutante Ivonne Montero.
Un acierto del filme es su actor principal, Miguel Rodarte, quien también se estrena como protagonista resultando una agradable sorpresa su actuación fresca, natural, en perfecta armonía con la experiencia de Fernando Luján, Isaura Espinoza, Christina Michaus y el recientemente desaparecido Roberto “Flaco” Guzmán. Lástima únicamente por las ligeras sobreactuaciones durante las escenas de combate en el ejército.
Irán Castillo, en el papel principal femenino, destaca más que en La Segunda Noche como actriz, pero, ¿cómo quitarnos de la cabeza la imagen de actriz de numerosas telenovelas juveniles?
Luján se lleva las palmas tanto por su labor, como por el personaje en sí, al que le corresponde narrar las divertidas peripecias de “el tigre”, dejando más paja y ornamentos que un testimonio fiel.
Otro aspecto un tanto lastimoso es la escenografía. Habiendo reproducido en su totalidad el barrio de Santa Julia en uno de los foros de los estudios Churubusco, invirtiendo horas y dinero en dicha tarea, resulta decepcionante ver cómo en pantalla retratan obvios los falsos muros. Para una película de 20 millones de pesos de presupuesto quizá las locaciones habrían resultado más convenientes.
La fotografía en tonos sepia sin embargo, parece rendir culto a las películas de antaño, que formaran parte de la época de oro y que diera a México figuras como Gabriel Figueroa, distinguido fotógrafo del cine nacional.
No obstante las fallas mencionadas, El Tigre de Santa Julia consigue divertir a sus espectadores, a través de un guión y de personajes bien delineados y acogidos por los actores, además de contar con dos grandes virtudes: rescatar una leyenda cien por ciento mexicana, y romper con el patrón del cine nacional de contextos actuales, urbanos, mostrando crudamente ya sea la miseria espiritual y económica de la gente, o bien, la decadencia y crisis de las parejas a manera de comedia.
Por Noel Algara
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