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Por: José Ignacio Gómez Hernández.

Para: Intelmax.com

Ya no es novedad encontrarse en la televisión tanto local como nacional, reportajes de quienes se estacionan en los cajones para discapacitados en todos los rincones del país.

Es una vergüenza ver al montón de burros y burras estacionarse ahí, cínicamente, como si fuera correcto hacerlo. Si los reporteros preguntaban por qué se estacionaban ahí, respondían: “Solo voy a un mandado de tres minutos”, “No me tardo”, “Porque sí” o simple y llanamente no contestaban.

¿Creen ustedes que eran ancianos o débiles? No, la mayoría eran hombres o mujeres en pleno estado de fodonguez física y mental, incapaces de caminar 20 metros bajo el sol.

Como las autoridades no hacen nada al respecto, a la gente irresponsable e inconsciente le importa un cacahuate que haya sitios exclusivos para quienes los necesitan.

Y ¡caray! ¡Volvemos al mismo cuento de siempre! ¿Por qué mucha gente no usa el cinturón de seguridad cuando maneja? Porque ni siquiera lo usan los policías (Pitufos, tamarindos, mordelones, stc. ¡Como sea! ¡de muy poco sirven! Y mas en nuestra ciudad, me permito citar una anécdota sucedida a un servidor en Guadalajara; en un alto, un patrullero nos detiene y le dice a mi madre: “Señora, quiere que le aplique una infracción” y con el clásico “No oficial... ¿Por qué?” el policía responde: “Pues póngase el cinturón” A partir de ése día, la Señora Hernández no sale a la calle sin el cinturón puesto). Además, tampoco hay multa o sanción alguna por no usarlo, así que el mentado reglamento, de nada sirve. Es así como que “a’i pa’l que quiera” “A voluntad” “Por si se le ocurre” “O si gusta usté (pero si no gusta, ¡da lo mismo!).

Sería recomendable, que todas esas personas recibieran como sanción lo que en realidad es un gran premio: Ponerlas a trabajar durante un número determinado de jornadas al lado de las personas con capacidades diferentes, para que vean cómo son los ciegos, sordos, mudos, personas con parálisis cerebral (aprovecho para mandar un saludo a todos los que dedican su vida a que todos nuestros angelitos lleven una vida mejor, en especial a quienes trabajan en APAC Paty de Armendáriz), parapléjicos, paralíticos y demás seres especiales que merecen muchas más cosas por parte de nosotros como sociedad que los cajones para estacionamiento que, por si esto no bastara, son indebidamente ocupados por seres irracionales (¿seres? entes, mejor dicho).

Yo en unos cuantos días salgo de la ciudad y no estaré muy enterado de éste caso. Sé, sin embargo, que hay muchas personas interesadas en ayudar y que podrán organizarse por su cuenta.

Sería muy importante (y recomendable) que el montón de niños ociosos que tienen como hobby ver cuántas millas (porque solo los coches nacionales vienen en kilómetros y ahí es otro boleto!) levanta su carro último modelo en la Av. Carranza o ya si se pone muy ruda la competencia a la hora de los arrancones en la Av. Chapultepec, se mostraran solidarios por una vez en su vida vacía y se organizaran para trabajar a favor de quienes lo necesitan, que son muchos mas de lo que su percepción del mundo les permite imaginar.

Emborracharse los fines de semana es una triste tarea y una patética forma de vida. Pero mientras no abran el corazón, los ojos, los oídos y los brazos a quienes lo necesitan, seguirán desperdiciando sus días hasta quedar embarrados en algún poste o en sus lujosas y talqueadas bolsas de aire.

Si se pusieran a ayudar a otros, todos resultarían beneficiados. Pero eso no lo comprenderán ni creerán, hasta que lo vivan. Y todavía hay gente que cree, que a quien usa una silla de ruedas, se le puede llamar discapacitado.

Espero sus comentarios, quejas o sugerencias, y mas me gustaría compartir con ustedes sus acciones. ¡Reciban un saludo!