A flor de piel 

Una limpieza de cutis natural es la mejor opción para dejar la piel impecable. Elige la más conveniente según tu textura.
Lucir una piel fresca y saludable es el resultado de muchos factores. Desde el componente hereditario, hasta el climático o dietético. Pero también depende de una correcta limpieza y humectación.

Sabemos que es imposible controlar la herencia o el clima, y a veces es muy difícil mantener una dieta rica en verduras y frutas. Pero en cambio la limpieza y la humectación están al alcance de tu mano. Por eso te contamos las fórmulas más efectivas para cada tipo de cutis, con ingredientes totalmente naturales.

La higiene del cuello comienza todas las mañanas. Lo ideal es iniciar el día lavándose con agua tibia y con un jabón neutro, ya que reseca menos que el de tocador y mantiene la dermis más protegida.

Las limpiezas más profundas y las máscaras faciales pueden realizarse una vez por semana, antes de ir a dormir, para que la piel limpia respire libremente durante la noche. Para hacerlas cuida que los productos naturales estén en buen estado y recuerda que deben usarse inmediatamente después de haber sido preparados, de manera que conserven intactas sus propiedades.

El primer paso para dejar la piel totalmente libre de impurezas consiste en aplicar una emulsión similar a las leches de limpieza preparada con agua tibia y leche en ambas proporciones (con el volumen de 1/2 taza de té es suficiente).

Esta receta debe aplicarse en el







rostro y en el cuello, con movimientos circulares y ascendentes. Después, hay que enjuagar con abundante agua tibia. También puedes usarla diariamente como emulsión de limpieza y para eliminar la seborrea.

El uso de vapor de agua para facilitar la extracción de impurezas de la piel está contraindicado, ya que a menudo éste dilata en exceso los poros facilitando la aparición de puntos negros. Actualmente, lo más recomendable son los pulidos exfoliantes.

Para realizar una exfoliación natural hay que preparar una pasta pulidora a base de leche y azúcar. Mezcla los dos componentes hasta obtener una sustancia homogénea y con consistencia, de manera de que los granos de azúcar puedan actuar descamando las capas más superficiales de la piel. Esta exfoliación es leve ya que alisa la piel y la libera de las células muertas de la superficie. Luego, enjuagar con agua tibia y secar con una toalla o papel tisú, pero nunca con algodón.

El último paso es la humectación. Un aliado natural por excelencia es el aloe vera, ya que sus propiedades son muy efectivas a la hora de restaurar la tersura y elasticidad de la piel. Abre en dos una hoja de aloe y con los dedos extrae su jalea, aplica con los dedos sobre el rostro y deja actuar unos minutos. Lava con abundante agua fría.

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